El candidato al Senado de Ciudadanos Palencia Enrique Junco y el candidato al Congreso Enrique Rivero acudieron ayer, con algunos otros candidatos, a la cita convocada por el Grupo San Cebrián en el Centro Fidel Ramos Ibañez. El objetivo del encuentro era, empleando las palabras de la invitación, reunir a los representantes políticos con algunas “… personas con capacidades diversas …” que quieren “… tener voz en la sociedad y una de las maneras de formar parte de esta, es a través del voto y de los partidos políticos y participar así, como ciudadanos de pleno derecho.” Añadiendo que deseaban igualmente “… trasladar nuestras quejas, inquietudes, preocupaciones y dudas de la sociedad actual, para que las conozcan de primera mano y así trasladarlas posteriormente, si lo consideran, en sus respectivos órganos de gobierno; y para que pongan rostro a nuestra realidad”.
El acto se celebró de forma distendida, desglosando una por una las preguntas dirigidas a todos los candidatos en general por cada uno de los intervinientes, quienes las habían preparado de antemano por escrito y las fueron leyendo con mucha seguridad y aplomo.
Así, Fernando preguntó por qué no se les daban más facilidades para el día a día, poniendo el ejemplo de los cines y abriendo el debate de la accesibilidad de los espacios públicos y privados; Ignacio planteó una necesidad acuciante para cualquier paciente: ser informados de la manera más clara y sencilla posible de la naturaleza, de las causas y de las consecuencias de cualquier enfermedad o alteración; Juan se preocupaba por la pensión que pueda corresponderle al completar su vida laboral, y sus garantías; Carmen lanzó una pregunta directa al corazón, quiso saber qué pensamos de ellos los “políticos”; Javier, de la Fundación Personas de Aspanis se interesó por los sueldos –le hablamos del complemento salarial garantizado -; José Luís quiso saber por qué no se les cita en los debates; Santiago, en qué se gastan los impuestos -100 millones de euros diarios en el año 2015 en pagar los intereses de la deuda acumulada durante años-; Isma advirtió sobre las injustas limitaciones del derecho al voto recogidas en algunas sentencias de incapacitación; Ignacio, sobre el grave problema del acoso a las personas con capacidades diversas y las dificultades para denunciarlo en ocasiones; Esther y Ana Isabel se preocupaban también por la jubilación; Susana y Marco Antonio por el acceso a la educación de adultos; Aitor por las causas y consecuencias de la crisis; Ana Belén por las nóminas de los contratos denominados de “bajo rendimiento” (una figura utilizada para facilitar el acceso de las personas con capacidades diversas al mundo laboral, hoy necesitada de una revisión); Oliver se quejaba de una sorprendente negativa de una administración pública para contratarle, fundada en las dificultades de accesibilidad del puesto de trabajo –ya estamos investigando el asunto-; y, finalmente, Pepe pidió a todos “los políticos” que intentaran explicar las cosas mejor –buena falta hace, si bien algunas son imposibles de explicar-.
Todos escucharon atentamente las respuestas y no se mostraron conformes fácilmente con ellas en muchas ocasiones, pidiendo explicaciones adicionales y discrepando incluso de algunas. Si todos los ciudadanos “sin capacidades diversas” fuéramos capaces de preocuparnos con la misma ilusión e intensidad por los problemas colectivos, y todas las personas pudiéramos apreciar la capacidad de superación, la sinceridad y la valentía de los ciudadanos “con capacidades diversas”, nuestra sociedad sería sin duda mucho más democrática y feliz.